Todos los seres humanos tienen en sí mismos una dignidad intrínseca porque portan la imagen de Dios. Es cierto que ahora está distorsionada, enturbiada, rota y desfigurada por el pecado, pero sigue reflejando la imagen de Dios. Hoy conoceremos la historia de un hombre que había perdido por completo la dignidad hasta tal punto que nadie podía reconocer la imagen de Dios en él. Pero hubo Uno que vio en él lo que nadie más podía ver. Marcos 5:1-20.
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