Tras alabar las virtudes de las iglesias de Tiatira y Pérgamo, Jesús les recrimina aquello que es incorrecto. El amor que el Señor siente por su Iglesia demanda que la reprenda por aquello que está haciendo mal. La finalidad es clara: Dios quiere lo mejor para su pueblo y no tolera que éste viva en la indolencia. Hay cosas que Dios no tolera y nos pide que nosotros tampoco las toleremos en nuestro medio.
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