Pablo contendió ardientemente por la fe de Jesucristo, no solo ante los incrédulos, sino también ante los propios discípulos y ante aquellos que eran considerados como autoridades y columnas de la Iglesia. Y es que lo que estaba en juego eran los propios fundamentos del Evangelio de Jesucristo. Una iglesia permanece o cae en virtud de que enseñe y defienda el verdadero y único Evangelio de Jesucristo. Hechos 15:1-21.
Escuchar