La propia Palabra de Dios da testimonio de que nunca hubo un rey como Josías, que se convirtiera a Dios de todo su corazón. Un hombre que había nacido en una época de gran apostasía. Tanto su abuelo Manasés, como su padre Amón vivieron en la idolatría y rebelión contra Jehová. Después de una larga época viviendo en la oscuridad, Dios levantó un ardiente deseo en Josías para traer de nuevo al pueblo a la adoración al único y verdadero Dios (2 Reyes 23:25).
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