El apóstol Juan estaba viviendo sus últimos días en un lugar terrible y en unas condiciones de vida deplorables. En medio de dificultades, pruebas y situaciones que le superaban, él supo bien hacia dónde debía mirar. Nosotros deberíamos también dirigir nuestra mirada a Aquel que está por encima de todos nuestros problemas y angustias. Él, que había convivido con el Verbo encarnado, que le había escuchado y le había visto hacer milagros y prodigios, necesitaba aun, igual que lo necesitamos nosotros, tener una nueva visión del Cristo resucitado. Apocalipsis 1:8-20.
Escuchar