En los primeros días de la Iglesia ya hubo muchas enseñanzas falsas que confundían la fe de algunos. Pablo escribe esta carta precisamente para atajar esas falsas doctrinas que comenzaban a circular por las iglesias. El mensaje se había comenzado a espiritualizar y amenazaba con acabar destruyendo la fe una vez dada. Algunos empezaron a afirmar que Jesús no había resucitado físicamente, sino que había sido una resurrección «espiritual» y que Jesús en realidad solo seguía vivo en la mente de los creyentes. Pero desgraciadamente hoy en día también hay algunos «cristianos» que enseñan una fe espiritualizada y «actualizada» despojando así al Cristianismo de la esperanza de la vida de resurrección. 1 Tes. 4:13-5:11.
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