ACEITE INAGOTABLE

Las decisiones que tomamos en la vida tienen siempre unas consecuencias y el hecho de ser hijos de Dios no nos libra de las mismas. Un profeta del tiempo de Eliseo fallece dejando a su familia en una lamentable situación económica. La viuda acude a Eliseo, no buscando justicia porque la ley estaba en su contra, sino buscando misericordia y una solución para su difícil situación. Dios la sorprende y nos sorprende también a nosotros con una solución totalmente inesperada de la que podemos aprender valiosas enseñanzas para nuestro caminar de fe. 2 Reyes 4:1-7.

AH SEÑOR MÍO, ERA PRESTADA

La escuela de profetas con Eliseo a la cabeza se propusieron construir un nuevo lugar donde albergar al creciente número de profetas que llegaban para prepararse. Durante las obras uno de los profetas pierde una herramienta e inmediatamente acude al hombre de Dios. Porque hay ocasiones en las que la ayuda de los hombres es completamente inútil. En esos momentos lo único sensato que podemos hacer es abandonarnos completamente en las manos de Dios. 2 Reyes 6:1-7.

HOY ES DÍA DE BUENA NUEVA

El pueblo de Samaria está viviendo momentos de tribulación y de extrema necesidad. El hambre brutal que estaban experimentando era tan devastadora, que incluso se habían dado casos de canibalismo dentro de la ciudad sitiada por el ejército sirio. Pero cuando la necesidad es más extrema y cuando seguramente muchos habían ya perdido la esperanza de sobrevivir, es cuando Dios envía a su profeta Eliseo con un mensaje sorprendente de abundancia y salvación. 2 Reyes 7:1-20.

DE TODO TU CORAZÓN, ALMA Y FUERZAS

La propia Palabra de Dios da testimonio de que nunca hubo un rey como Josías, que se convirtiera a Dios de todo su corazón. Un hombre que había nacido en una época de gran apostasía. Tanto su abuelo Manasés, como su padre Amón vivieron en la idolatría y rebelión contra Jehová. Después de una larga época viviendo en la oscuridad, Dios levantó un ardiente deseo en Josías para traer de nuevo al pueblo a la adoración al único y verdadero Dios (2 Reyes 23:25).