EN CASA DEL ALFARERO

Dios envía al profeta Jeremías a casa del alfarero para oír sus palabras. Allí ve cómo el alfarero trabajaba sobre la rueda haciendo una vasija de barro que se echó a perder. Pero, el alfarero vuelve a hacer una nueva vasija, según le pareció mejor hacerla. En este texto vemos como toda consolación comienza escuchando la Palabra de Dios; vemos que Dios está manos a la obra, en su providencia, trabajando con su pueblo, haciendo su voluntad; y aun cuando pudiera parecer que la obra de Dios con su pueblo se echa a perder a causa del pecado, Dios lo usa para hacer algo mejor. Jeremías 18.1-6

EN QUÉ ALABARSE

Hoy la Palabra del Señor nos recuerda que no debemos alabarnos en nuestros conocimientos, ni en las riquezas, ni en nuestra valentía. Es muy fácil para cualquiera de nosotros, a pesar de ser cristianos, el caer en este error tan humano y tan habitual. Miramos a nuestro alrededor y vemos avances tecnológicos con los que nuestros abuelos ni siquiera soñaron en alcanzar. Admiramos el crecimiento de las ciudades y nos asombran sus inmensos edificios y construcciones de ingeniería que nos sorprenden cada vez más. Podemos comunicarnos con familiares que están a miles de kilómetros de distancia con un aparato que cabe en la palma de nuestra mano. Al contemplar todo esto es fácil pensar que el ser humano es grande. Jeremías 9:23-24

TEMOR AL HOMBRE Y TEMOR DE DIOS

Hay un área de nuestras vidas en la que prácticamente todos necesitamos en mayor o menor medida, ser tratados por Dios en profundidad. El temor al rechazo, a no ser aceptado, a la crítica y la burla, al qué dirán, a no ser amados o comprendidos. Esta debilidad es como un lazo que nos atrapa una y otra vez y necesitamos muy a menudo la operación del Espíritu Santo que nos libere. ¿Cuál es el origen de este temor? ¿Cuáles sus consecuencias? ¿Cómo podemos ser librados? Proverbios 29:25; Jeremías 17:5-8.