LA CONTIENDA POR LA FE 4

Cuando una iglesia no combate con ardor por la pureza de la doctrina y por la pureza de su testimonio, en muy poco tiempo esa iglesia habrá perdido por completo su capacidad de ser sal y luz, y por lo tanto, habrá dejado de ser una auténtica iglesia en el sentido bíblico de la misma. Siempre tenemos y tendremos la necesidad de estar combatiendo por la pureza de la fe. Judas hace referencia al final del texto que estudiamos a tres grupos de personas en la iglesia. Hoy veremos cómo debemos relacionarnos con estos tres grupos de individuos. ¿Es la duda pecado? ¿Cómo debemos tratar con aquellos que ya han sido contaminados con falsas doctrinas? ¿Y con los contumaces que se han apartado de la pureza del Evangelio y están contaminando también a otros? ¿Está el amor reñido con la disciplina?
Judas 1:17-23

CRISTO, EL DIOS HOMBRE

Dentro de la fe cristiana hay un conjunto de creencias (doctrinas) que se consideran básicas y fundamentales para que esa fe sea realmente tenida por auténticamente cristiana. Hoy, de la mano de nuestro hermano Will Graham nos adentramos en una de esas doctrinas capitales de nuestra fe, la doctrina de Jesucristo, el Dios-Hombre. Ya en el siglo I fue atacada por varias corrientes de pensamiento y filosofías, especialmente desde el mundo helénico. El apóstol Juan escribió su primera epístola con la intención clara de refutar esas corrientes heréticas y dejar bien establecido quién es y cuál es la función de Jesús, la segunda Persona de la Trinidad que tomó cuerpo humano y vivió entre nosotros durante 33 años.
1 Juan 1:1-4