SI TÚ SUPIERAS…

Hoy la Palabra nos lleva al capítulo cuatro de Juan. Allí asistimos al encuentro de dos personas sedientas. Ambas tienen sed física, pero mucho más importante, tienen una profunda sed espiritual. Por un lado la samaritana busca algo que sacie su sed interna de felicidad, de realización, de paz, de significado. Por otro está Jesús, cuya sed por cumplir con la voluntad del Padre le ha llevado hasta Sicar, un remoto lugar de Samaria aparentemente olvidado de Dios. Escucha con atención la profunda conversación que se entabla entre estas dos personas sedientas de muy distintas cosas. Si miras sincera y genuinamente en lo más profundo de tu corazón, encontrarás esa misma sed que vemos en la samaritana. Y si abres bien tus oídos y tu corazón, también podrás encontrar el manantial de agua viva que ella encontró aquella gloriosa tarde. Juan 4:1-29.

VERÉ TU ROSTRO EN JUSTICIA

David es un hombre de oración. Para él orar es como respirar, algo que hace de manera continua y constante. Así que la causa que lo lleva a orar no fue su angustia o peligro, sino su hábito de presentarse continuamente delante del Señor y hablar con Él. La oración de David no es una oración cualquiera, es un clamor. Denota un grito desgarrador, como el grito de un animal que cae presa de su depredador, o el de un recién nacido cuando llora por primera vez. David reconoce que ha podido mantenerse en el camino de Dios, el camino correcto, porque Dios lo ha sostenido por medio de su Palabra. Salmo 17.

ESTO SÉ, QUE DIOS ESTÁ POR MÍ

El rey David escribió este salmo en un momento de gran angustia y peligro. Él comienza este canto suplicando la misericordia de Dios porque se sabe en peligro de muerte. Y reconoce la realidad de ese peligro que lo intimida. Él no hace declaraciones positivas minimizando la realidad de su temor, ni lo real del peligro que lo acecha. David acepta las circunstancias duras y difíciles que está viviendo, pero enseguida levanta los ojos de su triste condición y acude con fe, con esperanza a aquel que lo puede sacar del temor en el que está viviendo. Sus palabras no dejan lugar a dudas, “Sé que Dios está por mí”. Esta declaración de fe ilumina todo el salmo y nos recuerda el amor incondicional de Dios por sus hijos. Salmo 56.

¡ÁNIMO! CONSTRUYES MÁS DE LO QUE CREES

El profeta Hageo nos hace un llamado a meditar, a reflexionar, a analizar nuestro corazón y nuestras prioridades delante de Dios. Hoy la Iglesia, al igual que antaño el pueblo de Dios tras el regreso del cautiverio en Babilonia, vive atareada con muchas labores y con muchas distracciones. La familia, el trabajo, la salud, el tiempo de ocio y muchas otras tareas nos distraen y captan nuestra atención desviándola de lo más importante. Así es fácil caer en el desánimo cuando miramos el fruto de nuestro esfuerzo en favor de la obra del Señor. Hoy el Señor nos dice, ¡ánimo! Todo trabajo hecho para el Señor tiene fruto y tendrá su recompensa. Hageo 2:1-9.

LA CONTIENDA POR LA FE 3

En este tercer mensaje de esta serie hoy analizaremos la tercera exhortación que nos hace Judas en nuestra batalla por la fe. La esperanza, de la que se nos habla aquí, es esa virtud sobrenatural que el Espíritu Santo implanta en el corazón por la cual el cristiano aguarda todo lo bueno de la promesa que todavía no ha recibido en plenitud. La esperanza cristiana no es el simple deseo de que algo bueno suceda, no es pensar en algo positivo. La esperanza está preñada de certeza, es la fe mirando por la ventana con anhelo, con confianza, con una paciencia firme. La vida cristiana está configurada para ser vivida en la espera del día en que nuestro Señor nos conceda, en su misericordia, la plena posesión de las bendiciones que Dios ha preparado para los que aman.
Judas 1:3-4; 17-23

¿HASTA CUÁNDO?

¿Le has preguntado alguna vez al Señor «hasta cuándo»? Esta pregunta puede salir de un corazón resentido y amargado, pero también lo puede hacer de uno que está confiando en Dios pero que desfallece por momentos. Esta fue la experiencia del rey David en el salmo que hoy analizamos. Y también fue la experiencia de muchos otros hombres de Dios  que vivieron momentos de tristeza, dolor y zozobra. Curiosamente un tercio de los salmos son lamentos y sin embargo en ellos millones de creyentes a lo largo de miles de años han encontrado alivio y nuevas fuerzas. Hoy descubriremos con David como pasar del llanto al canto. Salmo 13:1-6.

EL SEÑOR PRESIDE EN LA TORMENTA

Este conocido pasaje en el cual los discípulos viven una experiencia traumática encierra varias verdades aplicables a nuestras circunstancias actuales. Todos, más tarde o más temprano, vamos a pasar por tormentas, tal vez no físicas, pero sí del alma. Todos experimentaremos momentos de dolor, pérdida, enfermedad, sufrimiento y problemas que viviremos como auténticas tempestades. El mismo Jesús nos lo advierte en varias ocasiones. Por eso debemos estar muy atentos a estas verdades que nos ayudarán a superar esos terribles momentos mientras el Señor nos conduce a través del valle de la prueba.
Mateo 14:22-33

CRISTO RESUCITADO, FUNDAMENTO DE NUESTRA FE

Hoy trataremos una de las doctrinas centrales del Evangelio, uno de los pilares fundamentales de nuestra fe que es la doctrina de la resurrección de Jesucristo. Para ello nos vamos a centrar en el capítulo quince de la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios. La ciudad de Corinto era una de las más importantes de la antigua Grecia donde vivían y se reunían las grandes mentes del momento, filósofos, pensadores, artistas, matemáticos y literatos. Predominaban por entonces dos tipos de filosofías o cosmovisiones. Por un lado los epicúreos creían que el propósito de la vida era disfrutar, encontrar el mayor placer posible, lo que solía terminar en borracheras y orgías. Por otro lado estaban los platonistas, quienes consideraban que el alma era inmortal y el cuerpo era como una cárcel para el alma, así que lo que debíamos anhelar era liberarnos del cuerpo. Pablo se enfrenta a ambas visiones erróneas presentando la verdad liberadora de la resurrección. 1 Corintios 15.

LA ESPERANZA DE GLORIA

Entramos hoy a estudiar la obra de Cristo en el creyente. ¿Qué ha hecho Cristo a favor de la Iglesia? ¿Para qué nos salvó? En último término, ¿qué ha hecho Cristo al morir por nosotros? ¿Qué nos espera? La Biblia enseña que hay distintos grados de gloria. El hombre es la cima de la creación, pero aun así los ángeles son mayores en gloria. ¿Por qué Cristo rescató a un ser inferior en gloria? En la salvación somos unidos a Él, el más exaltado de todo. Cristo nos rescató para compartir con nosotros su gloria, nos unió a Él y nos llevó a la gloria con Él.
Colosenses 1:24-29

LA ESPERANZA DE NUESTRA HERENCIA

29En medio de la adversidad, las pruebas y la enfermedad es fácil que bajemos la mirada de nuestro Señor a las circunstancias, a lo que nos rodea y así perdamos la perspectiva divina y desesperemos. Pedro escribe su primera carta a una iglesia que está siendo perseguida a causa de su fe. Han tenido que salir de su país, de su tierra (son expatriados) y están dispersos por diferentes lugares. Pueden ser extraños en este mundo, pueden ser rechazados, perseguidos y expatriados, pero hay un lugar al que pertenecen, y hay un mundo en el que encajan. Además hay una herencia que recibirán y en ella estará todo lo que Dios les ha prometido y provisto en Cristo. ¿Cuál es esa herencia? ¿Cuál fue el motivo por el cual Dios los salvó? ¿Por qué les dio esa herencia?
1 Pedro 1:3-5