JESÚS, EL DESEADO DE LAS NACIONES
En el pasaje de la epístola a los filipenses que estudiamos hoy, podemos encontrar nuestra identidad como pueblo de Dios. Pablo nos hace dos llamados al principio del mismo: gozaos y guardaos. Desgraciadamente en el mundo globalizado en el que vivimos es muy fácil caer en manos de «malos obreros» o gente que enseña doctrinas totalmente apartadas de la pureza del Evangelio original. Dios, por boca del «apóstol a los gentiles» nos zarandea cariñosamente para recordarnos la importancia de permanecer en el único y verdadero Evangelio entregado por Jesús mismo a sus apóstoles. Filipenses 3:1-14.